01 de Diciembre, 2025 - ¡El es el ayudador!
¡El es el ayudador!
01 de Diciembre, 2025
Juan 14:16 «Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Ayudador, para que permanezca con vosotros para siempre...».
Este versículo forma parte de un pasaje más amplio en el que Jesús prepara a sus discípulos para su muerte y partida. Jesús promete pedir al Padre que envíe otro «Ayudador» para que esté con ellos permanentemente. La palabra «otro» en griego también significa otro del mismo tipo. La palabra griega para «Ayudador» es parakletos, que significa alguien llamado para ayudar. Se refiere al Espíritu Santo como otro del mismo tipo que es llamado para ayudar. Jesús está diciendo: «Voy a enviar a otro igual que yo. Será exactamente igual que yo».
Esta palabra «Ayudador» también se traduce en la traducción Amplificada Clásica de la biblia como Consolador (Consejero, Ayudador, Intercesor, Defensor, Fortalecedor, Reserva). Él es TODO eso y más.
Anteriormente en este capítulo, Jesús les dice a sus discípulos, que estaban confundidos y preocupados ante la perspectiva de su muerte y partida, que no se turben sus corazones. ¿Por qué? Porque aunque Él se fuera, no tenían por qué preocuparse; vendría otro igual que Él. Él lo había llamado para que los ayudara, exhortara, consolara y animara, y estaría con ellos para siempre. Él les decía: «Es como si nunca los hubiera dejado, porque Él es igual que yo: el Espíritu Santo».
Él es el mismo tipo de ayuda que Jesús fue para sus discípulos. El Espíritu Santo es nuestro Ayudador sobrenatural.
La promesa de Jesús de que vendría el Ayudador no era solo para los doce. Ahora, como somos creyentes del Nuevo Pacto, también discípulos suyos, Él es nuestro Ayudador también. Así como Jesús no quería que ellos pasaran por la vida y este mundo sin un Ayudador, tampoco quería eso para nosotros. Él no es nuestro «hacedor», sino nuestro Ayudador en todos los ámbitos de la vida en los que necesitamos ayuda. Él es nuestra ayuda sobrenatural, el Genio Divino. Aquel que lo sabe todo vive en nosotros, listo para ayudarnos.
A menudo le digo: «Espíritu Santo, gracias por ayudarme». No renunciemos a lo que Él nos ofrece, sino invitémosle a hacer lo que mejor sabe hacer: ayudarnos.
Pra. Belinda Tolliver